¿Salario medio o salario mínimo?

Por Jesús Álvarez López. Un insólito forcejeo entre la conciencia y la amargura provoca constatar que el salario medio en Cuba ya ronda los 767 pesos mensuales. ¿Quién se coge lo que a mi te toca?, pudieran preguntarse aquellos que continúan con pensiones de poco mas de 200 pesos, o profesionales incluso cuyo ingreso mensual anda por la mitad de ese salario medio.

Una verdad es irrebatible: con salario medio no comemos todos, necesitamos un ingreso mínimo para satisfacer las necesidades básicas.

Ya hubo una “inteligencia superior” que se le ocurrió el pago de 70 pesos diarios como dieta para desayuno, almuerzo y comida, que significa el reconocimiento tácito de la grave perversión de los ingresos y que lleva irremediablemente a una conclusión: La tarea más urgente que tiene Cuba hoy es ordenar sus ingresos, redistribuir mejor su riqueza, la que tengamos. Si no lo hacemos, los discursos podrían parecer teques a corto plazo.

No es mi propósito amplificar la queja anecdótica cuando hablamos de un proyecto destinado a proteger los humildes desde la primera sangre derramada. Y siguen siendo los más humildes, aún cobrando sus ingresos cabizbajos, su principal sostén.

Hablo del viejo Fermín porque es como una síntesis dolorosa para todo aquel que no se haya despojado de la sensibilidad. Lo conocí hace pocas semanas ingresado con pronóstico reservado a sus 85 años, en el mismo hospital que mi padre.

Me contó su vida desde aquellos primeros años como forjador de una ganadería de vanguardia en que las vacas promediaban más de seis litros diarios, hasta que decidió incorporarse a la brigada multimillonaria Ho Chi Minh en la que cortó entre 900 y Mil 500 arrobas de caña, diariamente, durante 31 zafras. Su pensión actual es de 241 pesos mensuales muy distante de los azucareros que hoy se jubilan. “No es justo si cuando aquello las zafras eran mejores”, me dice con tristeza.

Tengo un amigo que fue director de varias empresas siempre con salarios “normales”. Los últimos años trabajó en una empresa “emergente” y logró jubilarse con alrededor de 3 mil pesos mensuales. Esa es la lucha de cualquier cubano hoy al acercarse a la edad de jubilación. No puede ser. Como si toda una vida valiera menos que cinco años.

Hasta la lógica tiembla al enterarse que un ministro en Cuba pudiera devengar un salario inferior a su chofer, porque el primero es estatal y el segundo empresarial.

Pero ese salario medio del que hablamos de 767 pesos mensuales no incluye estimulaciones en CUC que parecen eternizar la dualidad monetaria, ni la economía informal o mercado negro, ni otros pagos, ni remesas “escondidas” de tal manera que pudieran no salir a relucir ni ante el otorgamiento de un subsidio, al tiempo que por el monto del cambio oficial, estimulan la vagancia.

Quien reciba 100 dólares mensuales puede vivir mejor que cualquier otro cubano sin trabajar, cuando no hay que ser versado en economía para saber que nada hace ni hará crecer el PIB como la productividad de nuestro trabajo.

Si la pirámide no se endereza habrá un costo creciente en materia de valores y perderlo de vista sería el más grave error. Las palabras y explicaciones sobran.

Después de tantas resoluciones y legislaciones que han tenido mayor éxito en estimular la desigualdad de ingresos que la productividad del trabajo, resulta ya imprescindible una reforma general de salarios, precios y pensiones. Pero bien seria.