#CubaUS: buena y mala memoria


cuba-usa-banderasPor Jorge Gómez Barata. En los años noventa, cuando desaparecieron los países socialistas de Europa Oriental, la Unión Soviética fue disuelta, y Estados Unidos recrudeció el bloqueo. Para Cuba se abrió una etapa de crisis e incertidumbre. Fidel Castro llamó a la resistencia. Tan sólido era su liderazgo, que en medio de la penuria extrema, el pueblo cubano lo acompañó en el esfuerzo por reflotar un proyecto que ni siquiera la Unión Soviética había podido preservar.

Como complemento al esfuerzo interno se desplegó un intenso trabajo para reinsertar la magra economía de la Isla en los circuitos internacionales, empeño que tuvo pobres resultados. Rusia y otros países ex socialistas reclamaron el pago de deudas, Estados Unidos adoptó las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996), la Unión Europea aplico la Posición Común (1996), y en Miami se pedían “Tres días de licencia para matar en Cuba”.

Hubo un momento en que se creyó llegada la “Opción Cero”. Cero petróleo, alimentos, medicamentos, transporte, y electricidad; la vida en las ciudades se tornaba imposible. Se pusieron a punto planes para evacuar La Habana. Comenzaron a llegar donaciones, los cubanos se resignaron a vestir con ropas usadas, a andar en bicicleta, a caminar, y a imaginar que comían. Casi ninguna fábrica funcionaba. Sin riego, fertilizantes, ni semillas, las cosechas eran cada vez más pobres, y aunque no se pudo evitar cierto raquitismo y bajo peso al nacer en los niños, ninguna escuela o centro de salud se cerró.

Así transcurrieron veinte años.

Si bien, aunque con algunas fisuras, Cuba mantuvo la cohesión social y la estabilidad política interna, no ocurría lo mismo con la economía, estancada debido a graves problemas estructurales que la incapacitaban para despegar. La máxima dirección llegó a la conclusión de que era urgente: “…Cambiar todo lo que tuviera que ser cambiado…”

En aquel contexto, en el 2005 Fidel Castro admitió que el socialismo en Cuba podía ser reversible. En 2010 reconoció que “…el modelo cubano ya no funciona ni para nosotros…”, y Raúl Castro no pudo ser más categórico y atinado: “…cambiamos o nos hundimos…”

Para empeorar las cosas, en el 2006 Fidel Castro enfermó, y cedió temporalmente el poder, y aunque en 2008 estaba razonablemente restablecido, reconoció que su salud no le permitía continuar en el desempeño de sus responsabilidades. Pidió no ser propuesto para ocupar sus antiguos cargos.

En el ínterin ocurrieron hechos providenciales que proporcionaron a la resistencia cubana puntos de apoyo.  En América Latina triunfaron gobiernos populares y líderes como Hugo Chávez (1999), Luis Ignacio da Silva (2003). Se tendieron manos generosas y, junto con otros mandatarios latinoamericanos, proporcionaron a la Isla apoyos políticos decisivos. La tormenta perfecta se completó cuando en 2009 llegó a la Casa Blanca el presidente Barack Obama.

Por las razones que fueran, por el cálculo de lo que era mejor para su país, o por sus propias convicciones políticas, Barack Obama debutó promoviendo un trato diferente para Cuba, y un nuevo comienzo. A la larga cumplió su palabra.

Con visión estratégica, sin prisa, discretamente, el presidente Raúl Castro acogió la iniciativa e inició un proceso cuyos resultados están a la vista. A otros méritos el presidente cubano suma el de haber aprovechado la única oportunidad para avanzar en la solución del más grave de los problemas que ha enfrentado la nación, el pueblo, y el estado cubano, que es la prolongada situación de guerra con los Estados Unidos.

Sin hacer una sola concesión, sin abdicar uno solo de los principios, y sin comprometer el futuro del país, el equipo negociador de la revolución ha avanzado con pasos de siete leguas, tanto que creó condiciones para que Barack Obama fuera a Cuba, y frente al pueblo, por cadena nacional de radio y televisión, y ante el mundo dijera: “…He dejado claro que Estados Unidos no tiene la intención ni la capacidad de imponer cambios en Cuba…”

¡Es lo máximo! Ningún líder, en ninguna época, con ninguna arma, presión, ni argumento, había logrado que un presidente norteamericano dijera tal cosa. Fidel Castro tiene razón, “Cuba no necesita que el imperio le regale nada…” Basta con que se cumpla lo dicho por Obama, y Estados Unidos levante el embargo y la deje en paz. Allá nos vemos.

(Tomado del blog Cubano1erPlano)

3 comentarios sobre “#CubaUS: buena y mala memoria

  1. En el 2006 estuve en Cuba y me comentaron las vicisitudes del perìodo especial. Me contaron todos los dias que estaban sin electricidad. Por mucho menos en mi paìs (argentina) hubiera caìdo cualquier gobierno que estuviera al frente del paìs. Fue un proceso heroìco y felicito al pueblo cubano por haber mantenido la dignidad. Ojala salga adelante y no lo interfiera la globalizaciòn y la influencia del capitalismo, al abrir algunas actividades privadas. Un abrazo grande Luis Ernesto. No tuve la oportunidad de conocer la ciudad de Olguìn, me gustarìa poder hacerlo algùn dìa.

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