Cuba cambia, pero no por usted


Darse cuenta es difícil.
Darse cuenta es difícil.

Por Luis Ernesto Ruiz Martínez. Cuando la gente, sobre todo los que visten delirios de grandeza, comienzan a dar señales de «victimización», es preferible escoger muy bien cada letra. En las últimas jornadas pareciera, según sus propias palabras, que Fernando Ravsberg fue seleccionado para un ataque masivo «sin temerla, ni deberla».

Jauría, extremistas, patriotas ofendidos, vaya términos para un periodista que se presenta como objetivo y que escribe para un «medio de izquierda», sin manipular la verdad o aspirar a cambiar lo que por décadas hemos conquistado en esta Cuba nuestra.

Ojalá se diera cuenta, finalmente, que en su blog puede escribir lo que le plazca, mientras sus lectores se lo quieran tragar completo. Pero no espere pasividad tras sus actos, siempre llegarán algunos para ofrecer la respuesta merecida. Por lo menos yo, me acordaré siempre de Fidel.

Al uruguayo le seguirá quedando la opción de ponerle más actos al show, pero me atrevería a sugerirle, sin tener ninguna mala intención, la parte de un texto que publiqué en Facebook y que le dejo, además, en forma de imagen.

No le quito la razón en que necesitamos «un periodismo diferente, oportuno, serio, veraz, profundo y equilibrado», pero ojalá, otra vez me acuerdo de Silvio, no lo tenga a usted como modelo.

Tenga la certeza de que Cuba cambia, pero no por usted.

2 comentarios sobre “Cuba cambia, pero no por usted

  1. Ravsberg aprovecha la refriega para hacerse la víctima y, de paso, ganar alguna celebridad con el rollo. Realmente como periodista ni es objetivo, ni verídico ni actual. Su treta panfletaria es tan vieja como el periodismo mismo. Ahora con su «victimización» no ha hecho más que desdoblarse en quien realmente es: un patán de pluma fácil.
    Mal andaríamos los cubanos si lo erigiéramos paradigma de una prensa oportuna y veráz. Ni una sola de sus palabras son espontáneas, son fruto de un ejercicio matemático-financiero que persiguen engrosar billeteras para seguir viviendo fácil en el país que demoniza, con la seguridad que brinda la Revolución que califica de «tiranía» o «dictadura totalitaria» y que avanza más velóz que la irrespetuosa tortuga que representó en su blog.
    Bien haríamos los cubanos si dirigimos la mirada a otros problemas y nos enfocamos en otro periodismo y damos a la «víctima» Ravsberg el tratamiento que realmente merece: ignorar su alharaca.
    Como bien afirma Luis Ernesto, Cuba cambia, por esfuerzo de su pueblo, no por la «dirección» de Ravsberg.

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