Por Arnaldo Vargas Castro. Resulta imposible olvidar aqueñas tristemente célebres Pascuas sangrientas que la tiranía de Fulgencio Batista protagonizó los días 23 al 25 de diciembre de 1956 en esta zona nororiental de Cuba.
En aquellos tristes días fueron asesinados 23 jóvenes revolucionarios, comenzando el 23, por el joven Rafael Orejón Forment, en el lugar conocido por La Pasa, de Nicaro, cuando salía de la otrora fábrica niquelífera. Los cadáveres aparecieron en diferentes sitios, salvajemente torturados.
Su sangre no fue en vano, porque la revolución triunfó y antes de que concluyera la lucha armada, el sanguinario Coronel Fermin Cowley Gallegos, jefe del Regimiento militar Holguín, fue ajusticiado por un pequelo comando revolucionario.
A propósito de los hechos, nuestro Poeta Nacional, Nicolás Guillén, escribió este poema:
Pascuas Sangrientas de 1956
Luna fija y redonda de níquel taciturno,
tú, sempiterna cómplice de la novia que espera,
medallón suspendido sobre el pecho nocturno,
¿viste llegar la Muerte con sus ojos de cera?
Luna grande del trópico, que estás entre las cañas,
tú, que de noche vives, Luna, tú que no duermes
y rompes tus espejos en las finas montañas,
¿pudiste oír el grito de los pechos inermes,
ver la corbata ruda de correa o de soga
que los ojos agranda y los cuellos ahoga?
Luna grande del trópico, alta sobre el palmar,
tú que despierta estabas aquella noche triste,
Luna fija y redonda, tú que todo lo viste,
no te puedes callar, ¡no te puedes callar!
Visión desde Cuba 
Abrazos fraterno y solidarios para toda Cuba!
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