
Por Marjel Morales Gato*. Como de magia apareció la luna al lanzar el bote al agua. Volvía a Cuba a besar con su pies la tierra amada. No imaginaba que la muerte lo emboscaría al mes siguiente. Volvía junto a otro gigante: Máximo Gómez.
No hubo fotógrafos, ni notas de prensa, ni tuitazos, ni selfies en facebook.
En silencio… muy en silencio se hacía la obra inmensa de la independencia patria.
«Ya arde la sangre. Ahora hay que dar respeto y sentido humano y amable al sacrificio»
(Marjel Morales Gato es profesor de la Universidad de Holguín)
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