Oferta y demanda, ¿caso cerrado?


Visita al Mercado Agropecuario Estatal "Los Chinos" en la ciudad de Holguín. La poca oferta y los altos precios ganan protagonismo en las tarimas. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado Agropecuario Estatal «Los Chinos» en la ciudad de Holguín. La poca oferta y los altos precios ganan protagonismo en las tarimas. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.

Por Luis Ernesto Ruiz Martínez. A veces me siento como quién busca la fórmula mágica de la eterna juventud. Tal vez logre encontrarla antes de entender el sentido de la aplicación de la mal llamada oferta y demanda con la que se justifican los elevados precios de casi todos (¿será descabellado decir TODOS?) los productos que se venden en Holguín, para no meterme en terreno de otros.

La escalada de aumento no para y cada semana pareciera que se convoca a una maratón de precios, a ver cuál de los vendedores que invaden la ciudad y sus mercados improvisados al aire libre, es el ganador de la “competencia”. Nunca he sabido quién gana realmente porque estoy seguro, y usted también, que el que pone su agrio rostro para vendernos algo, no es el propietario de la mercancía.

Ese que “pone su peor cara” para convencerle de comprar, es casi siempre un intermediario que anda detrás de su dinero, y si de paso le tumba algo más de lo pactado con el dueño, mejor. Ese está “obligado a luchar fuerte” para ganarse unos pesos de más, algo que al final llegará, sea en menor o mayor cantidad.

Los camiones que contribuyen a la transportación de pasajeros en Holguín subieron su precio hace varios meses y al parecer se quedaron así a pesar de las protestas de la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Los camiones que contribuyen a la transportación de pasajeros en Holguín subieron su precio hace varios meses y al parecer se quedaron así a pesar de las protestas de la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.

Lo que sí le aseguro es que somos nosotros, los de menos ingresos, los que montamos en camiones de 2 pesos, adquirimos los productos normados (bendita libreta de abastecimiento), alimentamos la avaricia de los revendedores y muchos otras razones, los que llevamos las de perder en esta desigual carrera.

Visita al Mercado Agropecuario Estatal "Los Chinos" en la ciudad de Holguín. La poca oferta gana protagonismo en las tarimas. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado Agropecuario Estatal «Los Chinos» en la ciudad de Holguín. La poca oferta gana protagonismo en las tarimas. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado Agropecuario Estatal "Los Chinos" en la ciudad de Holguín. La poca oferta gana protagonismo en las tarimas. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado Agropecuario Estatal «Los Chinos» en la ciudad de Holguín. La poca oferta gana protagonismo en las tarimas. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.

La situación es más complicada cuando los pocos establecimientos estatales que mantienen alguna oferta, sufren de pésimos sistemas de distribución y precios que no contribuyen a equilibrar la balanza hacia el consumidor.

Visita al Mercado de Oferta y Demanda "Los Chinos" en la ciudad de Holguín. Oferta variada y precios muy elevados caracterizan las ofertas a la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado de Oferta y Demanda «Los Chinos» en la ciudad de Holguín. Oferta variada y precios muy elevados caracterizan las ofertas a la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado de Oferta y Demanda "Los Chinos" en la ciudad de Holguín. Oferta variada y precios muy elevados caracterizan las ofertas a la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado de Oferta y Demanda «Los Chinos» en la ciudad de Holguín. Oferta variada y precios muy elevados caracterizan las ofertas a la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.

Un lector respondía un comentario sobre el tema afirmando que “la oferta está, pero el precio no tiene que ver con la demanda sino con los deseos de divertirse del vendedor”. Analizándolo bien, tiene toda la razón del mundo.

Al final los que dejamos “la piel en el terreno” somos los clientes, mientras cocheros, camioneros, bodegueros, carniceros, carretilleros y una larguísima relación de otros “…eros”, se pasan el día tratando de divertirse mientras nosotros contamos cada centavo para regresar a casa con algo en la jaba, un hueco en el bolsillo y una sonrisa en el rostro.

Evidentemente algo anda mal y clama a gritos por una solución que le dé un respiro a los adoloridos clientes. A esos que vemos escapar los menguados ingresos en las ferias agropecuarias de fin de semana, los camiones que se quedaron a dos pesos o las caprichosas escaladas de precios de casi todos los revendedores, nos vendría bien alguna decisión de las autoridades competentes para que cada cosa tenga su justo valor.

Visita al Mercado de Oferta y Demanda "Los Chinos" en la ciudad de Holguín. Oferta variada y precios muy elevados caracterizan las ofertas a la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.
Visita al Mercado de Oferta y Demanda «Los Chinos» en la ciudad de Holguín. Oferta variada y precios muy elevados caracterizan las ofertas a la población. VDC FOTO/Luis Ernesto Ruiz Martínez.

Mientras una y otra se equilibran, la cosa se calienta peligrosamente con la endemoniada relación de oferta y demanda, ese engendro que, por lo menos en Holguín, sigue causando muchos más daños que beneficios.

3 comentarios sobre “Oferta y demanda, ¿caso cerrado?

  1. Yo quisiera saber quien fue el «genio» o «Nobel» de la economía que denominó a lo que ocurre hoy en comercialización de productos y servicios en la provincia de Holguiín «oferta y demanda», porque lo que claramente se observa, y para esto no hacen falta estudios superiores en materias económicas, sino, simplemente, pensamiento lógico, es un mercado sustentado en el acaparamiento, con precios especulativos que expolian a un público cautivo. Así que de «oferta y demanda» nada. Para que esta caprichosa ley, que rige, según muchos, la economía de mercado, exige que el mercado sea competitivo, quiere decir, que los precios se acomoden según la demanda y no por capricho de vendedores e intermediarios. Claro que tiene que haber una oferta estable, para que regule la demanda.
    En las condiciones cubanas, con producciones que no satisfacen la demanda de la población, no puede hablarse de tal ley, pues siempre el mercado impondría el precio que más ganancia le deje y el cliente tiene una opción: lo tomas o lo dejas, y para casa no puedes regresar con la jaba vacía.
    Otra cosa sería si el mercado estatal regulara con precios al alcance del trabajador, pero la escasa oferta que llega a los mostradores estatales se escapa en manos de acaparadores que duplican o triplican el precio.
    Así las cosas, la solución al abuso solo la tienen las autoridades, pues la «conciencia» no va a resolver el problema. Carretilleros, cocheros, camioneros y todos los «eros» que pululan hoy en el ámbito comercial, haciendo agosto a costas del maltrecho bolsillo del trabajador y el pensionado, no van a reducir su cuota de «ganancia» por conciencia social. La ley tiene que imponer el orden.
    Por otra parte, se malinterpreta a Raúl Castro cuando afirmó en el pleno de la Asamblea Nacional del Poder Popular, creo, que el Estado no podía intervenir en la accion de compraventa entre dos personas. Tal malinterpretación, a favor de los negociantes y mercachifles, fue quien abrió la caja de Pandora. Es cierto que el Estado no puede perder tiempo y recursos regulando precios entre dos personas, si el acto de compraventa fuera un auto o una casa, por ejemplo, hecho en el cual concurren dos personas: vendedor y comprador, y la negociación impone el precio. Pero si se trata de una persona detrás de un mostrador, con una tablilla informando el precio, la balanza alterada y cara de «compras o te vas», entonces no hay negociación, se impone un precio especulativo, a «pepe», como dirían en buen cubano.
    Ya es hora que las autoridades tomen las riendas del asunto, pues quien hoy está pagando ganancias irrespetuosas e impuestos al fisco, es el trabajador, con un salario deteriorado, que no responde a las necesidades básicas de quien produce.

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